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ESTIRAMIENTO FACIAL

Una de las intervenciones estéticas más recurrentes de la última década es el estiramiento facial, también conocido como lifting, gracias al aspecto rejuvenecedor que aporta al rostro.

El avance de la edad trae consigo señas naturales que surgen a consecuencia de la exposición al sol, el estés, factores hereditarios  o el cúmulo de vivencias que apuntan al envejecimiento. La piel cada vez se vuelve más flácida, pierde elasticidad, y los depósitos de grasa van variando según cada tipo de persona.

Cada persona presenta sus propias necesidades, y es por ello que, ante cualquier intervención, es crucial llevar a cabo un proceso de evaluación en el que discutir entre paciente y profesional experto en cirugía estética los objetivos y posibilidades para alcanzar el máximo potencial de su rostro y un resultado satisfactorio tras el procedimiento.

Esta operación, que no precisa de una larga duración, pues no suele superar las cuatro horas, se concentra en realizar despegamientos más o menos amplios de la piel a través de incisiones localizadas en zonas poco visibles de la cara, como suele ser el cuero cabelludo o alrededor de la zona de las orejas. De esta manera, se obtiene como resultado una piel más tensa que se asemeja a un rostro más rejuvenecido.

El proceso postoperatorio de esta cirugía requiere de reposo durante unas aproximadas dos semanas, aunque en la mayoría de casos, los pacientes se encuentren bien días antes de que estas transcurran al completo. Es preciso ser muy cuidadoso con los movimientos y trato aplicados a la cara y el pelo, ya que es la zona sensible intervenida.

Los estiramientos faciales, además de conseguir un notable rejuvenecimiento en la piel de la cara, lo mantienen así durante varios años, atrasando así, la llegada del paso del tiempo a nuestra expresión. A pesar de que esta intervención no restablece su vitalidad ni energía, sí le aportará un aspecto rejuvenecedor a fin de conseguir un rostro más fresco y firme.